Dejas caer la lluvia sobre ti como agua purificadora que te desnuda y te desvela tu propio yo... Y ahí te encuentras a ti mismo, al descubierto, sin máscaras ni disfraces, a ti, sólo a ti. Descubres entonces esa soledad que te llena y te vacía, y las lágrimas se mezclan lentamente con el agua de lluvia... Miras tus manos cubiertas de esa mezcla transparente de líquidos y te preguntas: ¿dónde empieza y dónde termina uno mismo...?
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