lunes, 20 de mayo de 2013

De la mano de un niño

Miras al mundo con el color de la inocencia y contagias esa ilusión con la que buscas aventuras que imaginas como grandes hazañas. Me tomas de la mano para emprender este pequeño viaje con el único equipaje de tu sonrisa inocente y tu incansable narración de esas historias que conviertes en enseñanzas, porque después de todo tengo mucho que aprender de ti. Y me doy cuenta de que al mirar a través de tus ojos, la vida se torna de un color diferente y recupera el colorido de los cuadernos de antaño, donde dibujé paisajes que hoy veo reflejados en tu mirada. Caminas a mi lado y por un momento pienso que no soy yo el maestro, aunque te lleve años de ventaja en este aprendizaje, porque después de todo, tú eres el que aún no ha ensuciado las hojas de la enciclopedia de la vida. La mía está algo ajada y manchada, pero con tus pequeñas manos del alma alisas sus tapas cada vez que me miras preguntándome si veo lo que tú ves. Efectivamente pequeño maestro, a tu lado me convierto en aprendiz de sueños e ilusiones perdidas que renuevan con aire fresco este corazón que a veces se extravía en el mundo de los imposibles. Gracias… pequeña piedra sobre la que construir de nuevo…


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